Resumen

Seis mujeres de diferentes generaciones que desde 1970 al 2005 han creado espacios de resistencia a partir de prácticas políticas, sociales, culturales, comunitarias o contraculturales, dinamizan el transcurso de este artículo. Ellas hacen parte de la historia política y cultural de Cali. Son identidades divergentes que recogen los sueños de su generación creando comunidades de resistencia. Voces y memorias femeninas que representan la búsqueda de una sociedad más inclusiva. La historia oral de una ciudad llamada Cali.
NOSOTRAS ESTÁBAMOS DISPUESTAS A CAMBIAR EL MUNDO. IDENTIDADES POLÍTICAS EN TRANSFORMACIÓN.
CALI, 1970-2005.
Introducción

Elizabeth, Azucena, Margarita, Adriana, María Victoria y Teresa abandonaron la infancia y se dejaron besar por el tiempo descubriéndose diferentes, sintiendo despertar en sus cuerpos la música que traía la noche, las ideas que convocaban a la libertad. Hoy deambulan por las calles de Cali, atraviesan lugares prohibidos, zonas inciertas, franjas olvidadas; cotidianamente crean, sueñan, temen, perciben, imaginan, resisten y narran su ciudad, inscriben sus ritmos y rutinas siguiendo las líneas rizomáticas que dibuja la utopía; buscan. Ciudadanas recientes que dejaron el espacio privado y se tomaron la calle por asalto, configuran sus identidades políticas circulando en el espiral del tiempo.

El presente artículo pretende interpretar a través de las historias de vida de seis mujeres de diferentes generaciones adscritas a espacios de socialización política divergentes, cómo se han transformado las identidades políticas femeninas en el transcurso de treinta y cinco años; cómo las mujeres han disputado su inclusión en los espacios de participación política dotándolos de nuevos sentidos a la vez que transforman la esfera privada. Esta reflexión nace de la necesidad de reconocer la influencia de las mujeres en los procesos de transformación política y la relevancia de las prácticas, cambios y señas de identidad de las mujeres a través de su participación en espacios organizativos de diferente índole.

Todos los pasos que al final serán mi vida

Los cambios sociales, culturales y políticos vivenciados en la década del 60 estimulan mentalidades y deseos de renovación en las identidades políticas femeninas, que en Cali se manifiestan en el albor de los años 70. Las mujeres suscitan, desafían y nombran su inclusión, su reconocimiento como actrices sociales activas que aportan permanentemente a la construcción de una ciudad. En este escenario de transformaciones los procesos de exclusión e inclusión femenina, que ya cuentan con una trayectoria histórica, se manifiestan bajo características particulares y tienden andamios para las mujeres de las décadas posteriores. Nos enfrentamos a un panorama de cambios y procesos sociales, políticos, económicos, culturales y urbanísticos que marcan el transcurrir de cada década, desde los juegos panamericanos de 1971 hasta la ebullición revolucionaria en los corredores de la Universidad del Valle y las barriadas de Siloé, del fin del socialismo realmente existente a los nuevos movimientos y sujetos sociales, del fenómeno del narcotráfico como posibilidad de ascenso social a la sobre exposición del cuerpo femenino y las cirugías estéticas, se asiste a una espectacular exposición mass mediática que establece las formas de elegir, pensar, ser, actuar e imaginar el mundo; yonquis del consumo, habitantes de un mundo sicótico donde la producción sobrepasa las necesidades, transeúntes de una ciudad donde los outlet’s componen el panorama comercial, voyeurs de los cuerpos femeninos expuestos en las vallas que se levantan más allá del cielo; la mirada del poder y la resistencia se dirige a los espacios y niveles micro de la vida cotidiana de las mujeres: el trabajo, la escuela, la familia, el amor, el aula, la ciudad, el cuerpo. El poder afecta de manera diferente a una mujer de 25 y a una de 50, a una mujer inmigrante y a una habitante en su país de origen, a una mujer profesional y a una desescolarizada. Las diferentes formas de poder, manifiestas en la cotidianidad de las mujeres, son experimentadas y transgredidas de forma particular por cada una de ellas de acuerdo a las historias de vida, subjetividades, condición socio económica, capital cultural y espacio ocupado en el tejido urbano. El trasegar por escenarios de exclusión en continuo flujo va seguido de los pasos de miles de mujeres que piensan desde diferentes aspectos en la construcción de otro mundo, desatando así una polifonía de ciudad.

No es posible mirar con el mismo lente a todas las mujeres porque cada una de ellas pertenece a una época específica marcada por un ethos, una episteme y un ideal particular, sin embargo las mujeres que construyen proyectos de vida alternativos al orden social, económico, político y cultural en la ciudad de Cali son numerosas y diversas. Visiones del mundo que se distancian y complementan. Características y formas diferentes de accionar y pensar. Un sujeto transformador, inmerso en un conjunto de cambios y continuidades en las relaciones de exclusión, inclusión y resistencia que se ven reflejadas en los códigos culturales de la época en la que se encuentra inscrita cada generación.

Las seis voces que configuran este texto representan la historia de un colectivo: las mujeres que se hicieron sujetas políticas en la ciudad de Cali desde 1970 hasta el 2005. Ellas plantean formas alternativas de organización a partir de la creación de colectivos comunitarios, contraculturales, políticos, artísticos y culturales; articulan sus historias de vida entorno a las prácticas y filosofías que eligieron para interpretar el mundo revelando la transición de identidades y espacios de socialización política. Desde sus cotidianidades y experiencias han contribuido a la transformación de los imaginarios sociales y es importante recuperar su memoria, pues su palabra, a pesar de intervenir significativamente en la historia política de la ciudad, no ha sido escuchada ni dada a conocer por la historia oficial .
Identidades políticas en trance
Esos seres de la periferia, esas mujeres atalayas de la vida,
esos por cuyas almas y comportamientos se desquicia la ciudad
perdiendo su sentido y el sentido de su dirección y de sus mandatos,
son hoy nuestra posibilidad de reconocimiento
y nuestra posibilidad de rescate de una dignidad que cada vez se pierde
en nombre de la humillación y la obediencia al poder.

Martha Cecilia Vélez Saldarriaga

Hay hitos biográficos, acontecimientos inaugurales que conducen a las seis mujeres interpretadas a modificar sus proyectos de vida, a identificarse en el anhelo de la transformación social. Mientras se configuran como sujetas políticas, acceden al espacio publico, a la palabra y elaboran nuevos discursos y representaciones del cuerpo, aprehendieron el espacio urbano topándose con lo que se denomina “prácticas de resistencia”.
Azucena, Elizabeth y María Victoria, mujeres nacidas alrededor de las décadas del 30 y 50, provienen de familias de clase media o media alta heterodoxas que posibilitaron la formación de un pensamiento crítico y la culminación de los ciclos educativos formales. Con una sensibilidad social experimentada durante la infancia y primera adolescencia de manera asistencial, al entrar a la universidad se identifican rápidamente con los discursos de izquierda y modifican sus proyectos académicos adquiriendo nuevas experiencias y concepciones del mundo. En la Universidad del Valle descubren un universo político particular: el movimiento estudiantil. Allí las formas de organización son herméticas, los proyectos que agrupan a l@s militantes buscan modificar las relaciones de propiedad a partir del acceso al Estado, ya sea a partir de la consolidación del socialismo, los esquemas planteados por la revolución soviética y China, la formación de guerrillas armadas o espacios abiertos con dinámicas democráticas.

Las tres mujeres se configuran como sujetas políticas en un espacio de convergencia de ideas y propuestas donde adquieren nuevos elementos para su formación intelectual y configuran sus identidades, desafían el poder contenido en diversas manifestaciones con un contra discurso práctico que busca su visibilización. Contra discursos diversos y mutantes que revelan el tránsito de las identidades políticas en la ciudad de Cali de 1970 al 2005, las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales, la crisis de las instituciones tradicionales y la necesidad de construir nuevas formas de comunidad. La persecución, la cárcel, la tortura, el exilio, el agotamiento de la guerra, pero también el amor, la maternidad y la culminación de ciclos vitales, hacen que durante la década del ochenta muchas mujeres se alejen de sus militancias partidarias acercándose al movimiento feminista. No son las mismas mujeres que militaron a finales de los sesenta y principios de los setenta, sienten que sus proyectos políticos naufragaron y tienen nuevos elementos para interpretar el mundo, estos repercuten en el espacio público y privado. El movimiento feminista posibilitó que mujeres como Elizabeth y María Victoria se hicieran preguntas que no podían ser formuladas en el marco de sus organizaciones políticas y experimentaran un proceso de autodeterminación que modifica sus historias de vida y proyectos políticos. Tras muchos años de abstención electoral, creen en la posibilidad de participar en espacios de representación dentro del Estado, articulan su trabajo social y político alrededor de la revalorización de la cultura, la afirmación de la identidad y el territorio de los diferentes sectores sociales.

La solidaridad del barrio. Construcción de identidades políticas en los sectores populares.

Teresa es una mujer popular, mujeres como ella deciden participar en organizaciones comunitarias y llegan a las prácticas de resistencia a partir de sus propias necesidades y experiencias. Su proceso de politización no pasa por mecanismos formales de educación ni experiencias con organizaciones políticas. Son mujeres que no cumplen un ciclo educativo formal, que crecen sobreviviendo en familias fragmentadas donde la cultura patriarcal se transmite por generaciones y la religión continúa siendo un elemento importante a través de cual las mujeres tejen redes de solidaridad. Teresa configura su identidad a partir del barrio, allí ocupa su lugar en la ciudad, primero habita el barrio y después “conquista la ciudad”. Este es el lugar primigenio donde la vida de mujeres como ella se desenvuelve a través de la creación de lazos de parentesco y redes de género, el espacio de concreción de proyectos autogestionados o financiados por instituciones.
La asociación de madres comunitarias es una forma de organización que opera a nivel local y está dirigida a una población específica: las mujeres cabeza de familia. Parten de formular alternativas a una necesidad particular y no pretenden cambios políticos estructurales, sólo la formación y capacitación de sus miembros, la apertura de espacios que generen mejores condiciones de vida para las mujeres. La familia continúa siendo un referente fundamental que se evidencia en la percepción que Teresa tiene de sus logros, a partir de los cambios generados en sus hijos y entorno cotidiano.

La vinculación a la asociación de madres comunitarias constituye uno de los hitos biográficos de Teresa. A partir de este momento hace rupturas con las relaciones familiares de dominación, adquiere capital cultural y accede a espacios de dirección. Su liderazgo empírico, ejercido en la cotidianidad del barrio se modifica con las nuevas experiencias y saberes. Esta conquista le permite configurar, en un largo proceso, su nueva identidad local urbana . Identidad y reconocimiento ligados de manera compleja a la vida barrial.

Identidades políticas itinerantes.

La ciudad del Siglo XXI adquiere sus propias tonalidades. Las mujeres que nacieron en la década del ochenta habitan este presente urbano construyendo nuevas sociabilidades políticas, territorialidades y relaciones con su entorno, producto de los aportes en materia de reconocimiento del espacio público legado por las generaciones anteriores. Las utopías revolucionarias de los setenta y la desesperanza de los ochenta se transforman para las jóvenes de los noventa en nuevas formas de convivencia que, a pesar de ser acusadas de individualistas, se fundamentan en el principio ético-político de considerar que no hay una verdad absoluta en nombre de la cual reproducir un poder excluyente . Es la reformulación de propuestas donde quienes establecieron utopías inconclusas reformulan sus proyectos y se inscriben a nuevas formas de organización flexibles y democráticas, el paso de organizaciones compartimentadas, partidos y movimientos que contienden por una causa universal a los espacios identitarios itinerantes desarrollados en medio de una compleja trama donde las jóvenes construyen nuevos espacios de ciudadanía a partir del cuerpo, los consumos culturales, los deportes callejeros y la experimentación alternativa de la ciudad. Las contraculturas interpretadas en este análisis reflejan actores y prácticas heterogéneas que reclaman un mundo más equitativo e incluyente. Mujeres raperas que provienen de los sectores populares de Cali como Adriana, desertoras precoces de la escuela, pocas posibilidades de insertarse al mercado laboral, inventando rimas que florecen entre la pobreza y la reproducción involuntaria de la dominación y el machismo, pelean por la palabra a partir de la creación de nuevos espacios públicos como el concierto, el fanzine o el cuerpo. Jóvenes punks o punketas como Margarita, que a diferencia de los viejos punks de los años ochenta no provienen solamente de los sectores populares, desmontan los discursos dominantes de la política tradicional, la familia y la iglesia, se atreven a inventar nuevos espacios políticos definidos por sus prácticas y filosofías amplias y anárquicas, trashuman de un colectivo a otro trazando identidades flexibles que no quieren ser nominadas.
Estas identidades juveniles representan la búsqueda de alternativas en una ciudad que consolida un discurso autoritario y excluye a l@s jóvenes económica y simbólicamente. Identidades políticas itinerantes que deben ser leídas como formas de actuación política no institucionalizada.

En los últimos treinta y cinco años diferentes generaciones de mujeres, representadas por Maria Victoria, Elizabeth, Azucena, Teresa, Adriana y Margarita, han vivido entre la exclusión y la creación de espacios de inclusión. Ellas son mujeres en resistencia. Identidades políticas femeninas que se encuentran y transforman en medio de la exclusión generacional y social, la desazón del deterioro y la necesidad de construir espacios públicos de inclusión. Pertenecen a partidos políticos, agrupaciones, parches y organizaciones sociales; zonas heterogéneas atravesadas por una identidad colectiva , espacios complejos y diversos, cambiantes y contradictorios donde se elaboran proyectos para la transformación, se construyen discursos, filosofías y acciones.
Estas seis mujeres enfrentan y contienden las diferentes expresiones del poder a partir de prácticas y discursos políticos heterogéneos y cambiantes, provocan su inclusión construyendo un cuerpo urbano femenino que desafía los parámetros de la cultura dominante, disputan la palabra a partir de la reinvención de espacios públicos, inciden en la transformación de la cultura política de la ciudad y convulsionan la esfera privada a partir de la determinación de sus estilos y filosofías particulares de vida.
Sin embargo, a pesar de las reivindicaciones alcanzadas, de la posibilidad de habitar y construir el entorno político y social, la batalla de las mujeres permanece inconclusa. Las formas de poder activas en la cotidianidad reflejan que hay nuevas exigencias y proyectos por construir.

Bonus track / Narraciones desde la utopía.
¿Qué significado tiene para las mujeres permanecer en resistencia?
Elizabeth / Interior / Día.
Se escucha el canto de los pájaros que anidan en los árboles de Miraflores. Estamos sentadas en el comedor de su casa, rodeadas de luz, objetos y cuadros coloridos. Acaba de contarnos su historia y un velo de melancolía se refleja en sus ojos. Debe estar cansada de hablar, se acabaron los casetes y tiene que ir a una reunión. Fin de la entrevista…

… Elizabeth se levanta temprano. Enciende el computador. Navega por Internet. Se baña y toma un tinto. Antes de salir mira alrededor y siente la ausencia de su hija, quien ahora construye sus propias experiencias lejos de casa. Sale a la calle y coge un taxi. Tiene 53 años, transitados casi todos por los caminos de la política, que convirtió en un espacio de participación femenina. Durante el día se desplaza de aquí para allá por el centro de Cali. El lugar que más disfruta es el Paseo Bolívar, donde siente la brisa que se desprende del cielo…

“Las mujeres hemos hecho un camino político, hay un intento de inclusión en la sociedad que empieza con los movimientos feministas. Por lo menos ya existimos aunque sea para contarnos, aunque sea para decirnos que la pobreza es más pobre para las mujeres. Hay una mirada específica que no existía en las luchas de los años setenta en Colombia. En la vida cotidiana de las mujeres esas ganancias han sido recogidas en muchos sectores, aunque en otros todavía existen condiciones muy críticas. Sin embargo creo que hay apertura, hay preocupación social por la equidad y la igualdad de las mujeres.
Siento que todos estos años de militancia contribuyeron a una transformación en la medida que lograron generar opinión, gente comprometida que quiere un país distinto, gente con sueños. Nosotras estábamos dispuestas a cambiar el mundo, mi generación soñó con un cambio y da mucho dolor que no se haya llevado a cabo, pero yo no he renegado ni renegaré nunca de mis militancias, las amo por que son mi vida. Algunas veces, más que decepcionada me siento dolida, sino no seguiría soñando con la transformación de la sociedad…
… A veces me pregunto para dónde vamos… La vida de uno tiene plazos, no es el tiempo de la historia donde pueden pasar años y años que son minutos”.

Adriana / Exterior / Noche.
Sentada en el antejardín de la Casa de la Juventud de la comuna dieciséis, su espacio cotidiano. Alrededor, ruido, jóvenes entrando y saliendo del salón esperando su clase de salsa. Es nuestro último encuentro y esta vez no lleva puesta su enorme sudadera, pues viene de trabajar y está vestida con un jean y una blusa que transforman nuestra percepción de su cuerpo…

…Adriana Román es una caminante. Se desplaza desafiante por las calles del Distrito de Agua Blanca. No le tiene miedo al peligro por que aprendió a ganarse el respeto de los que imponen la ley. Adriana es una mujer vivaz y solitaria, ella piensa que hay que sobrevivir, por eso trabaja en lo que le salga, pero detrás de los roles impuestos por el mundo laboral, es integrante de una agrupación de hip hop femenino que ya cuenta con trayectoria en la ciudad de Cali. Para ella el rap es libertad, por eso en el escenario deja toda su fuerza…

“Mi vinculación al mundo del hip hop me ha implicado batallar. Mi satisfacción es saber que he ganado, que aunque no tenga mucho lo que tengo nadie me lo regaló. Lo vivido, aprendido y conocido nadie me lo quita. Todo lo he obtenido por el trabajo con mi grupo, nosotras. Cuando nos dio por aventurarnos en otras ciudades nos tocó guerrear pero finalmente dimos un concierto. Eso fue en Bogotá. Peleamos cuatro meses allá pero vimos seis mil personas frente a nosotras. Nos dimos cuenta de que los cuatro meses valieron la pena. Eso es lo que queda en el corazón del artista, quiere decir que a la gente le gusta lo que vos haces.

Siento que el hip hop cambió profundamente mi forma de ser mujer. Yo creo que si no fuera rapera sería una de esas peladitas que son todas vanidositas, o ya tendría hijos, marido y estaría metida en una casa. Como uno ha visto a la mamá: criando a los hijos, trabajando y ya, sin luchar por nada más.
…El rap me ha enseñado otra forma de vivir… Quién sabe qué sería yo sino fuera rapera”.
Teresa / Interior / Día.
Estamos sentadas en pupitres de madera en un pequeño salón improvisado para la entrevista, conformando un extraño círculo en el Centro de salud de Siloé. Es medio día y el hambre acosa. Teresa viaja por sus recuerdos, va y vuelve sin ninguna dificultad y así responde todas nuestras preguntas…

…Teresa es una mujer llena de vida y habla acelerada que ha sabido comprometerse con las mujeres cabeza de familia de los sectores marginales de la ciudad de Cali. Cuando era niña recorría la ciudad. Una caminante callejera que se perdía, pedía dinero y se colaba en los buses. Ha desafiado los dictámenes sociales que relegan a las mujeres al espacio doméstico. Teresa continúa subiendo y bajando la ladera enseñando a sus hijos cómo ser libres…

“Los logros son muchos aunque no sean tan evidentes. Yo siento que mi mayor logro como madre comunitaria durante estos trece o catorce años, es que las mujeres sean capaces de hablar, de preguntar, de denunciar al marido que las violenta. En ese sentido se han provocado transformaciones por que uno de los grandes problemas que han tenido las mujeres a través de la historia es el silencio. Cuando las mujeres somos capaces de preguntar no sólo se aclaran dudas sino que se abren puertas.
Aquí estamos resistiendo permanentemente. Estamos en resistencia a las costumbres familiares patriarcales, en resistencia con el trabajo, en resistencia con la cultura, en resistencia con las condiciones del barrio.

… Si yo no tuviera un plan de resistencia ya me hubiera ido. Pero estoy aquí por que creo en la transformación, por que pienso que en la vida hay que buscar la perfección, de pronto nunca la alcancemos pero esa búsqueda nos mantiene dinámicos. Es una utopía… Y las utopías sirven para caminar”.


Margarita / Exterior / Día.

Todas las entrevistas fueron hechas en la calle… Estamos sentadas en una banca de San Antonio. Margarita tiene las piernas cruzadas y juega con las manos mientras habla. Es nuestro último encuentro. Llega la noche. Dentro de unos días ella viajará a Estados Unidos. Dice que trabajará en un hotel para recoger dinero y pagar las deudas que tiene, sobre todo con la universidad…
…Margarita no es una transeúnte cualquiera. Prefiere saltar muros, desafiar su cuerpo y fluir por los espacios otorgándole usos alternativos a los artefactos urbanos. Es una pelada bonita con gran carisma. Si te la encuentras en la calle, irremediablemente piensas que es una joven alternativa. Ama los colores y el skate, deporte que practica desde hace algunos años. Su cuerpo sobre la tabla desafía las calles como si fueran olas en un océano de cemento. Hace dos años se unió con tres amigas para formar un grupo de punk. Cada día de su vida es una batalla para que los roles establecidos por la cultura no determinen el pensamiento de hombres y mujeres…

“Se que lo que puedo hacer es muy poquito, se que no voy a cambiar el mundo, probablemente el mundo está tan podrido que su destino es la destrucción, pero por lo menos hay una fuerza adentro de mi que tal vez se propague. Quién quita que algún día las minorías lleguemos a ser mayoría, y si no pasa, pues por lo menos intentamos construir un mundo más bonito.
Estas ideas me transformaron y me parece importante defenderlas: no reproducir los roles, ni ejercer la violencia, no comer carne, ni tomar Coca Cola. No quiero que me corrompan el alma y siento que eso es algo que pasa cuando te haces adulto. Creo que estoy en resistencia ideológica tratando de comunicar y practicar, de tener la cabeza abierta para reconocer los errores, aprender o inventar.
…Mi vida es corta, son pocos años en los que he aprendido que además de creer en lo que sentis hay que personalizar lo que haces”.


María Victoria / Interior / En su casa de Paris-Francia

…..María Victoria Donneys creció en San Fernando alto, inventando mundos en la montaña que bordeaba su casa. Una mujer de vanguardia que estuvo presente en la conformación de organizaciones políticas y círculos culturales e intelectuales de la ciudad. La vietnamita, como era reconocida en los círculos políticos de los años setenta, aportó significativamente a la construcción del liderazgo femenino en una época donde las mujeres aprendían poco a poco cómo hacerse a la palabra. Actualmente vive en Paris, lugar desde el que grabó los casetes contándonos su historia de vida. Es profesora universitaria y trabaja con jóvenes de las barriadas parisinas; una mujer profundamente solidaria y comprometida con la construcción de otro mundo.

“Ahora más que nunca creo en la transformación de la sociedad, a veces me he sentido decepcionada, pero sigo creyendo en la necesidad de impulsar esa transformación. Ahora más que nunca hay que tratar de elaborar nuevas propuestas y alternativas porque el capitalismo salvaje no es la solución para los problemas de la humanidad. Las mujeres tenemos que resistir con mucho amor y firmeza; creando, utilizando nuestra imaginación para construir acciones solidarias con los hombres pero también con las otras mujeres que están en resistencia… Pienso que las mujeres vivimos la política de manera diferente….
Creo que he estado en resistencia desde que nací, enfrentando el hecho de que mi papá esperaba un niño y no una niña. He estado en resistencia no sólo desde lo social sino desde lo personal; cuestionando las dinámicas familiares, cuestionando la relación con mis compañeros de trabajo y estudio, con mi compañero de coexistencia.
…Siempre he estado en resistencia. A pesar de lo agotador que puede resultar, estar en resistencia es un motor”.

Azucena / Interior / Día.
Una casa se levanta en lo alto de una montaña. Un perro ladra. Un piano descansa en un rincón lleno de recuerdos. Escuchamos a Azucena en el comedor de su casa, un mar de palabras inunda la habitación, un caudal de ideas y opiniones apasionadas que no permite que ninguna guía de preguntas dirija los relatos. Ella salta de un lugar a otro, juega con las metáforas, la literatura, las canciones…
… Azucena vive con su hermana, las dos mujeres pequeñas, de mirada profunda poseen un gran talento histriónico y una hermosa suavidad y facilidad con la palabra. Tiene un carácter decidido que se mezcla con el amor y la esperanza que siente por los jóvenes. Hace muchos años se enamoró de Camilo Torres, de su pensamiento y sus acciones. Convirtió la actuación en una herramienta política que llevó a lo largo y ancho de Colombia. Es una mujer reservada y casi nadie conoce sus historias personales pero todos la quieren, reconocen y disfrutan su compañía. Azucena sigue caminando por la vida y las palabras, soñando con otro mundo a pesar de la decepción de una sociedad que escapa aceleradamente de su comprensión…

“La resistencia la hacemos todos. Está presente desde que uno abre los ojos en la mañana, desde el trabajo de cada hombre, desde el discurso en el aula…Y el teatro ha sido mi bastión de resistencia. Cada obra contribuyó a la formación de conciencia política y al fortalecimiento de movimientos de izquierda. A veces me preguntan cómo me volví así y yo pienso que es parte de mi alma.
Es muy difícil, uno sueña con la transformación y tiene contra tiempos por todos lados. Viví momentos muy duros pero también experimenté buenos momentos que me ayudaron a formar el carácter… Hoy creo que uno crece con cada compañero. …
… Por mi estaría de esquina en esquina diciendo poemitas para que la gente despertara”.
TESIS DE GRADO MUJERES AL MARGEN. EXCLUSIONES E INCLUSIONES DE MUJERES QUE CONSTRUYEN ESPACIOS DE RESISTENCIA. CALI, 1970-2005